¡Si es a veces difícil confiar en Dios! No digamos, cuando recibimos una palabra de parte de Él y en lugar de ver cómo se abre camino, encontramos situaciones en las que nos sentimos perdidos. Somos una generación de mucha ambición, pero también de bastante frustración porque todo lo queremos rápido y eso tiende a …
¡Si es a veces difícil confiar en Dios! No digamos, cuando recibimos una palabra de parte de Él y en lugar de ver cómo se abre camino, encontramos situaciones en las que nos sentimos perdidos. Somos una generación de mucha ambición, pero también de bastante frustración porque todo lo queremos rápido y eso tiende a crear demasiada insatisfacción. Ahí es cuando debemos levantar nuestra mirada, no depender de nuestra fuerza, sino confiar en Dios que tiene cuidado de nosotros.
Proverbios 3:5-7 (NTV) dice: “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar. No te dejes impresionar por tu propia sabiduría. En cambio, teme al Señor y aléjate del mal”.
Confiar en Dios significa buscar Su voluntad, saber que todo lo que pasa tiene un propósito (aunque no lo vea). Puedo amargarme o frustrarme, pero puedo decidir confiar en Su palabra. Parece ilógico, pero cuando confiamos en Dios, simplemente es confiar, aunque no veamos el sol; solo hay que seguir caminando y estar seguros de que todo saldrá bien y pronto brillará su luz.
Mira lo que dice Eclesiastés 1:5-7 (Biblia Dios Habla Hoy): “Sale el sol, se oculta el sol, y vuelve pronto a su lugar para volver a salir. Sopla el viento hacia el sur, y gira luego hacia el norte. ¡Gira y gira el viento! ¡Gira y vuelve a girar!”.
Así que puede que no veas el camino, o tal vez te sientas perdido, pero solo pídele a Dios que te muestre la ruta que debes seguir y confía en que todo saldrá bien. Es difícil dar las gracias cuando todo está mal, pero agradecer es una de las formas de demostrar que seguimos confiando en el Señor.
“Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor”. Salmos 40:1-3 (NTV)
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